Escrito por Juan José Zarzoso
Jueves, 07 de Enero de 2010 08:12
Normalmente, el rol de gestor de proyectos no viene caído del cielo, sino como consecuencia de una, más o menos, dilatada carrera técnica en cualquiera de los ámbitos de la ingeniería.
Durante esta fase preliminar, y focalizándonos en las tareas propias en el mundo de las Tecnologías de la Información (TI), las tareas fundamentales pasan por cumplir tiempos de respuesta predefinidos contractualmente con el cliente, a la hora de resolver los diferentes incidentes y problemas que planteen.
También adquiere un cariz especial, sin el cual esta tarea no sería posible, el trabajo en equipo donde el flujo de información técnico es vital de cara a conseguir el avance del mismo y, de nuevo, ofrecer una visión que satisfaga a los clientes más exigentes.
En este sentido, de vital importancia son los grupos virtuales donde, a priori, se condensan los diferentes talentos que se encuentran ubicados en geografías diversas, viviendo diferentes culturas y utilizando un idioma materno diferente, pero gracias al uso de una lengua vehicular común, se consigue aglutinar el nivel técnico requerido para proveer al cliente del nivel de servicio contratado, con la gran ventaja de una asistencia virtualmente continua, de ofrecer una valor añadido que, de otra manera, quedaría limitado a un tiempo de servicio reducido a la mera jornada diaria.
A medida que el nivel técnico se va afianzando en el profesional de las TI, surgen nuevas inquietudes como una evolución natural de su carrera profesional: adoptar paulatinamente las tareas de gestor de proyectos. De lejos, el bagaje técnico acumulado será de gran utilidad de cara formar ese primer equipo de trabajo, involucrándose en la decisión de los ingenieros noveles que lo van a componer, siendo esta una nueva tarea a adquirir: evaluar la capacidad y habilidades del equipo de trabajo en base al conocimiento dilatado en el tiempo.
Además, siguiendo la experiencia de reuniones de trabajo previas, esta vez, en lugar de aportar las soluciones técnicas que se planteaban o dar y/o recibir charlas a ese nivel, se adquiere una visión más global que pasa por varios estadios o etapas que, si bien pueden considerarse de forma independiente, pueden conjugarse a la vez; como por ejemplo, la capacidad de dirigir reuniones, tanto de inicio de proyecto como de seguimiento del mismo, ser nexo de unión entre el cliente y el grupo de trabajo asignado, facilitando el flujo de información, tanto interno como externo, que conlleve a que ambas partes queden informadas puntualmente acerca de cuál es el estado del proyecto, hitos alcanzados y puntos de mejora para lograr que la consecución de los objetivos del proyecto se consigan en el plazo, coste y ámbito acordados.
En síntesis, una buena base técnica puede representar el augurio de una progresión interesante como gestor de proyectos: trasladar las habilidades técnicas a un nuevo estadio donde la capacidad de análisis es ahora utilizada en el control de recursos, el uso de una comunicación efectiva y la capacidad de maniobrar ante las dificultades que se vayan planteando.
De vital importancia es esta última habilidad: uno de los mejores enfoques que se pueden adoptar para solventar las dificultades que, tarde o temprano, van a surgir es combinando tres actitudes que, paulatinamente, se pueden ir afianzando: trabajo en equipo, búsqueda serena de una solución y control de las emociones.
Juan José Zarzoso, DEA, PMP
Última actualización en Martes, 02 de Febrero de 2010 07:23