Anabeldo

 

Anabel Dominguez Pardo, Directora de BeiNN. PMP

www.beinn.es

 

Hoy en dia vivimos en un mundo cada vez más competitivo y globalizado donde las oportunidades empresariales, lejos de aparecer y permanecer inamovibles en el tiempo, cada vez son más escasas y fugaces, más difíciles de captar y aprovechar en beneficio de nuestras organizaciones.

 

Son tiempos difíciles por la situación económica actual pero, de la misma forma, son momentos para aprovechar estas oportunidades donde, la empresa agil y flexible, que sabe utilizar al máximo todos los recursos que posee, podrá de forma exitosa alcanzar los logros empresariales que estas puertas les brindan cuando se abren ante ellas.

Las organizaciones actuales modernas constan de distintas herramientas para lograr la eficiencia, ser cada vez más competitivas y poder crecer y adaptarse de forma inmediata a su entorno incierto y cambiante en cada momento. Un buen ejemplo inicial que ha permitido a las empresas estar un paso por delante de su competencia es la aplicación de las tecnologías de la información de forma correcta, ordenada en el tiempo y acorde a sus necesidades reales para una eficiente gestión de sus procesos internos y servicio al cliente.

Aún con todos los beneficios que suponen, no son las TIC ni las eficiencias genéricas en procesos el máximo valor en nuestra empresa para salir todos los días al mercado y coger más trozo de pastel que nuestra competencia. Hay algo que es el factor principal que más influye en el crecimiento de nuestra organización: son las personas que la componen. Sin ellas, sin su motivación y voluntad de mejora dia a dia poco pueden hacer el resto de factores que nos ayudan a ser más eficientes y competitivos.

Lejos quedan los tiempos en los cuales el empleado en una empresa era un trabajador que desempeñaba su tarea marcada por un superior según unos criterios establecidos y poco más se le pedía en cuanto a creatividad, mejora de procesos, innovación. etc. Las organizaciones modernas que valoran a sus equipos atesoran un gran poder a dia de hoy claramente diferenciador: el conocimiento de las personas que desempeñando sus funciones, pensando como mejorar dia a dia su trabajo en beneficio de su organización. Han pasado los tiempos en los que un empleado era especialista en una disciplina y poco más se le podía pedir fuera de su entorno de conocimiento adquirido en su etapa académica y en su puesto de trabajo.

Las empresas actuales que entienden bien el entorno en el que compiten tienen orientados tanto a su personal como sus procesos internos hacia la eficiencia y hacia el cliente final para conseguir la máxima satisfacción del mismo.

En un entorno como el anterior la figura del Director de Proyectos se desfigura al trabajar de forma tradicional en su dia a dia para sacar a flote todas las tareas relativas a su puesto de trabajo. Básicamente se puede decir que el Director de Proyectos o Project Manager (PM) es la figura encargada de llevar adelante y realizar un proyecto. Su función entonces radica en aplicar habilidades, experiencia y recursos de todo tipo necesarios, según los requerimientos del proyecto, para que este se lleve a cabo.

Hasta aquí parece clara la misión y desempeño de esta figura en la empresa pero ¿realmente nuestra organización hoy en día precisa únicamente a un profesional que dirija proyectos con sus habilidades propias del puesto y centrado en dicha dirección de proyectos? La respuesta claramente es no. Actualmente las empresas están demandando de su personal y más concretamente de los PM un desempeño de su trabajo con un enfoque claramente diferenciador: se está pasando de ser una disciplina de ingeniería a un enfoque centrado en áreas mejora continua, desarrollo de nuevos productos y enfoque al cliente final. De esta forma el profesional en este campo se le solicita que deje de centrarse en un área de su trabajo tan tradicional como es su papel de "controller" para que se convierta en un facilitador e integrador desde su puesto de trabajo. Una segunda orientación y no por ello menos importante es que los proyectos dejen de ser herramientas para alcanzar productos o servicios y en cambio se conviertan en sistemas de creación de valor para la organización. La eterna pregunta ¿qué valor aporta este proyecto a mi empresa? es ahora el eje principal del desempeño de este profesional.

Y ante esta situación, ¿qué habilidades debe tener un PM o en qué áreas debe formarse para poder afrontar con éxito este nuevo enfoque totalmente alineado con la misión de nuestra organización?.

  • Competencias esenciales para este profesional van a ser o lo están siendo ya las siguientes: integrador de distintas soluciones y facilitador al resto del equipo para el desempeño de cada miembro.
  • Proactividad, entusiasmo y responsabilidad para "vivir" el proyecto dia a dia, reinventarse a cada proyecto y motivar a todo el personal implicado.
  • Captador de información sobre todo lo que pasa en el entorno para acelerar los ciclos de realimentación y controlar los riesgos del proyecto son papeles igualmente importantes para esta figura así como ser gestor excelente en tiempos y metas alineadas con los fines de la organización.

De esta forma estamos viendo como un Project Manager pasa de ser un personal cualificado y certificado con habilidades y destrezas muy centradas en la pura gestión de proyectos a ser un profesional con clara visión estratégica de su empresa que sabe interpretar qué trabajos o tareas de su desempeño o procesos de negocio aportan valor para la consecución de los objetivos de la dirección de la organización. Igualmente se precisa que el PM tenga entrenamiento o habilidades centradas en la gestión del comportamiento de la organización pensando en la alineación de todos los recursos disponibles para alcanzar las metas gerenciales propuestas.

Una empresa de cualquier tamaño, sea del tipo que sea, siempre ha necesitado de una u otra forma héroes que saquen a flote a la organización y le ayuden a sobrevivir en tiempos convulsos como los actuales. El PM siempre ha contribuido desde su profesionalidad y experiencia a sacar adelante todos los proyectos encomendados a él pero a día de hoy se le pide si cabe ser todavía más héroe: ser un profesional que constantemente agregue valor a su organización. Esta misión sólo la conseguirá trazando una hoja de ruta sobre su carrera profesional centrada en los puntos anteriormente mencionados que le facilite adquirir nuevas habilidades para casi poder gestionar desde todos los aspectos su organización y no solo proyectos aislados de la misma. De esta forma alcanzará el grado de personal altamente cualificado que realiza una gestión integral de todos sus recursos dentro del entorno de la organización y alineada a los fines que persigue esta última. Asociaciones de PM así como empresas especializadas en orientar a estos profesionales pueden resultar a día de hoy claves para estos profesionales si son capaces de enfocar correctamente las necesidades de sus asociados o clientes a nivel formativo para que estos puedan cubrir las nuevas demandas y funciones que les encomiendan sus organizaciones.

La empresa de hoy en día necesita poner en marcha todo el valor y el talento de su personal para afrontar un futuro exitoso con un presente incierto. El PM está llamado a ser una de las figuras más estratégicas a la hora de ayudar a conseguirlo. Reorientar su carrera, adquirir nuevas habilidades, centrarse en la misión de la organización así como tener en mente en todo momento como agregar valor son los pilares fundamentales para que este tipo de profesionales se convierta en figura clave en organizaciones de cualquier tipo y se pueda afrontar el futuro a nivel de la organización con todas las garantías de éxito.