doctor risk

Dr. David Hillson, FIRM, HonFAPM, PMI Fellow

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Los estándares internacionales de gestión de riesgos y las directrices tales como la ISO31000:2009 definen el riesgo como un concepto con doble cara. Esto incluye la posibilidad de ventajas y desventajas de los riesgos, con efectos positivos o negativos en el logro de los of objetivos. Utilizamos la palabra "oportunidad" para describir un riesgo ventajoso con impactos positivos, y utilizamos "amenaza" para riesgos con consecuencias negativas.

Aunque la teoría está clara, en la práctica muchas organizaciones, equipos e individuos tienen problemas para incluir oportunidades en el proceso de gestión de riesgos. No estamos seguros de cómo identificar una oportunidad genuina, cómo evaluarla o priorizarla, qué opciones de respuesta existen, o cómo debería gestionarse. Pero no nos parece que tengamos la misma dificultad con las amenazas. Si creemos que la gestión de riesgos podría y debería direccionarse en ambos sentidos, amenazas y oportunidades, ¿cómo podemos alinear nuestra práctica con la teoría?

El secreto para una gestión efectiva de la oportunidad es reconocer que una oportunidad es lo mismo que una amenaza, dejando fuera el signo del impacto. Una vez que vemos esta similitud, la forma de direccionar oportunidades se convierte en obvia. Podemos llevar a cabo el proceso estándar de riesgo que ya utilizamos para las amenazas, y aplicarlo a las oportunidades, con modificaciones sencillas para reconocer que nos enfrentamos a la parte positiva de los riesgos.

Así pues, ¿cómo las oportunidades son iguales que las amenazas? La definición de riesgo como "la incertidumbre que importa" cubre ambas. Igual que una amenaza, una oportunidad es incierta y puede que no ocurra, pero si ocurre entonces tendrá un efecto en nuestra habilidad para alcanzar uno o más objetivos. La única diferencia es que si una amenaza ocurre tiene un efecto negativo porque se convierte en un problema, pero si ocurre una oportunidad tiene un resultado positivo como si produjese un beneficio.

Hay también similitudes en el proceso de gestión de oportunidades y amenazas. Podemos identificar oportunidades utilizando las mismas técnicas que funcionan para las amenazas. Obviamente podemos mantener una sesión de "tormenta de ideas" para pensar de forma creativa sobre las incertidumbres positivas, o podíamos producir una lista de comprobación de oportunidades basada en buenas experiencias anteriores. Pero potencialmente podemos utilizar también el análisis "causa-raíz" o los árboles de decisión para encontrar ayudas. Y las técnicas de identificación como el análisis SWOT o el análisis "Force-Field" naturalmente exponen tanto oportunidades como amenazas.

Cuando queremos categorizar los riesgos, la importancia tanto de oportunidades como de amenazas puede direccionarse en términos de probabilidad ("¿cómo de incierto?") e impacto ("¿Cuánto importa?"). La única diferencia entre ellos es que el impacto es positivo para una oportunidad y negativo para una amenaza. Entonces podemos utilizar una herramienta de priorización estándar como la Matriz de Probabilidad-Impacto o un mapa para encontrar las mejores oportunidades. Podemos también modelar el efecto combinado positivo de oportunidades en los resultados globales utilizando técnicas de análisis de riesgos cuantitativo como la simulación de Monte Carlo o el análisis de sensibilidad, con exactamente el mismo enfoque que utilizamos para modelar las amenazas. La distinción aquí es que los impactos de la oportunidad son positivos, produciendo ahorros en tiempo o en coste, o mejorando el desempeño o la reputación etc.

Habiendo encontrado algunas buenas oportunidades que vale la pena perseguir, podemos desarrollar las respuestas apropiadas al riesgo. Esto incluye intentar explotar las mejores oportunidades, y mejorar otras para hacerlas más atractivas. Deberíamos también producir planes de explotación para tomar ventaja de las oportunidades que podrían ocurrir espontáneamente. De la misma forma que las respuestas a las amenazas tienen por objetivo remover o reducir el efecto negativo de los riesgos negativos, las respuestas a la oportunidad están diseñadas para capturar o mejorar el efecto positivo riesgos positivos.

Está claro que todo lo que sabemos sobre riesgos negativos (amenazas) es también cierto para los riesgos positivos (oportunidades). Una vez que nos damos cuenta de que una oportunidad es lo mismo que una amenaza dejando fuera el tipo de impacto, será más fácil identificar, evaluar y responder a las oportunidades – solamente usamos el mismo enfoque que ya nos funciona para las amenazas. Y si gestionamos las oportunidades de forma proactiva, convertiremos algunas de ellas en beneficios adicionales, incluyendo escalas de tiempos reducidas, costes más bajos o mejor desempeño. Esto resultará en proyectos y negocios con éxito, lo cual son buenas noticias para todos.