¿Decadencia o Experiencia?,  preocupante reflexión.

Reflexión que viene a mi mente a través de un recuerdo de la niñez.

Un día cualquiera, paseando por el parque con mis padres, observé a dos  personas de edad avanzada sentadas en un banco; hablaban  entre ellos con entusiasmo y, al mismo tiempo, con nostalgia. Ante mi curiosidad sobre cuál sería su tema de  conversación, mis padres complacían mi interés de la siguiente forma: “seguramente estarán intercambiando sus vivencias del pasado y probablemente sean experiencias de su etapa laboral; a lo largo de nuestra vida acumulamos muchos años y muchas horas en nuestro puesto de trabajo… lo entenderás cuando seas mayor”. La explicación de mis padres cubrió mi curiosidad aunque no terminaba de comprender como esa experiencia podía desembocar en una  conversación melancólica entre dos personas, aparentemente jubiladas, en un parque.

Han transcurrido muchos años desde entonces y continuo observando con gran interés a esas personas mayores (y no ancianas) que tienen mucho que ofrecer y  aprovechan cualquier ocasión para hablar de sus “vivencias”,  lo que denominamos habitualmente “historias de abuelos”. Ahora que estoy cada vez más cerca de iniciar esa recta final que conduce hacia la jubilación lo vivo con mayor inquietud y no dejo de preguntarme:

¿Cómo es posible que pueda desaprovecharse tanta experiencia  si una gran parte de nuestra vida se centra en aprender un oficio y desarrollarnos en nuestra profesión aportando un valor importante en  la evolución de la empresa?

Lo siento, pero todavía no he encontrado la respuesta, ya me gustaría; solo vienen a mi mente dos palabras en honor al título de este artículo: DECADENCIA o EXPERIENCIA.

La Real Academia define estos dos conceptos de la siguiente manera:

“DECADENCIA: Acción de Decaer. Dicho de una persona o de una cosa: Ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor.

EXPERIENCIA: . Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo. Conocimiento de la vida adquirido por las circunstancias o situaciones vividas.

Circunstancia o acontecimiento vivido por una persona.”

Estos dos conceptos  deseo trasladarlos  al terreno profesional y centrarlos en esa incertidumbre  de los momentos previos (de uno a tres años) a la llegada de ese esperado día en el que ansiamos “abrir la puerta” al  nuevo y feliz estado que supone la jubilación.  Si he logrado focalizar su atención en ese momento, les invito a compartir la siguiente reflexión:

¿Cuál sería nuestra actitud y nuestros sentimientos en ese instante?; ¿Cuál sería la posición habitual de una organización?; ¿Y cuál la de los compañeros jóvenes o de aquellos en edad madura que van percibiendo la llegada de esa esperada etapa?, ¿Qué oportunidades vamos a encontrar en la sociedad ante ese nuevo estado?...

Debemos tener en cuenta que, para el trabajador, la jubilación  supone un frenazo en su vida laboral y es el instante en el cual  empieza a percibir la etapa final de su existencia; y, para cualquier organización,  el trabajador es un activo importante que se va,  fundamentalmente  si es una persona con muchos años de práctica y destreza.

Además, será muy triste  si de repente percibimos que formamos parte de una  lista de próximas jubilaciones desarrollada por nuestra empresa.  Es probable que, en ese momento, emerjan amargas sensaciones en nuestro estado de ánimo, como por ejemplo: “¿sentiré que soy un estorbo?”, “¿seguirán contando conmigo?”, “¿tendrán en cuenta mi experiencia?”, “¿se contará con mi opinión?”, “¿aportaré valor?”,...

Si llegado el momento experimentamos esas emociones, será difícil evitar refugiarnos en estas reflexiones:

¿Tiene sentido nuestro esfuerzo para mantener la motivación? ¿Somos nosotros los que debemos motivarnos?, o  bien,  ¿es la empresa la que debe hacerlo reconociendo nuestra trayectoria profesional?.

Una parte muy importante de nuestra vida la pasamos en nuestro puesto de trabajo y si consideramos que la  EXPERIENCIA no se documenta, ¿por qué no aprovecharla para beneficio de ambas partes (trabajador y empresa)?

Afortunadamente, actualmente la sociedad está cambiando y se encuentra en proceso de evolución. Esas personas que finalizan su relación profesional con la empresa pueden tener la oportunidad de seguir activas y útiles gracias a  programas culturales y de voluntariado  que aprovechan esa EXPERIENCIA de las personas mayores para ayudar a los jóvenes e incluso a personas de la misma edad;  todo ello con el fin de servir a la sociedad tras finalizar su carrera profesional.

Entonces, si existen asociaciones que se preocupan del “día de después” cuando se inicia la jubilación ¿Por qué la mayoría de las organizaciones no se plantea lo mismo antes de jubilarse su personal puesto que es un dato conocido con mucho tiempo de antelación?

Es evidente que el terreno laboral no parece cambiar a ese ritmo y eso hace que nos enfrentemos al inquietante pensamiento de cómo será la recta “final” en nuestra profesión,  y este se verá  acompañado con el triste dilema: ¿caeré en la  DECADENCIA o se aprovechará mi EXPERIENCIA?

La solución puede encontrarse en que la mayor parte de las organizaciones, tanto públicas como privadas, contemplen políticas de personal que incorpore el factor humano en cuanto al envejecimiento y jubilación de sus trabajadores; sería una solución relativamente sencilla basada en entrenar a  jóvenes profesionales.

Eso significa que un trabajador con  EXPERIENCIA profesional  acreditada y acumulada durante toda una vida pueda ofrecer su colaboración y ayuda a otro compañero con el fin de que éste se beneficie de sus conocimientos y experiencia como ayuda en su desarrollo profesional.

Como conclusión, debo manifestar que:

 

La jubilación es un MOMENTO MÁGICO y deseado en la vida de  cualquier profesional y debería ser  también una etapa de oportunidades tanto para la organización como para el trabajador.

Por esa razón, las organizaciones, tanto del sector público como privado, deberían tener presente a todos los profesionales con muchos años de experiencia que se encuentran en vías de jubilación a corto plazo como señal de motivación del propio trabajador y, para ello,  es necesario que contemple el entrenamiento como parte de su estrategia de empresa; ya que, tarde o temprano redundara en su beneficio.

Y termino con este pensamiento:

Alimentar y mantener siempre “viva” la llama de la EXPERIENCIA, y conservar apagado eternamente  el fuego de la DECADENCIA.

¿Estamos preparados?

 

 

MEFJ

Maria Elena Fernandez Jaen, PMP

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