Maite Avelino, PMP, CISA, CISSP
CISO (Responsable de Seguridad de la Información)

Open your heart… To PMI Madrid Toastmasters Club

Recuerdo todavía en octubre del 2014 cuando Joaquín Azcarraga presentó en la reunión mensual de socios del PMI-Madrid qué era Toastmasters.

La sala aquel día no era la más idónea porque, por un problema de agenda, acabamos en una pequeña sala en las Rozas en vez de nuestra habitual sala en Microsoft. Pero Joaquín supo comunicar magistralmente los objetivos y el espíritu de estos líderes en comunicación.

 

Me enganchó, qué puedo decir. Joaquín, que no conocía de antes, se me antojó alguien muy resuelto, que no desperdiciaba ni un solo segundo de su tiempo durante la exposición, que se movía por el estrado con gracia y soltura, a diferencia de otros ponentes cuyas charlas, aunque de contenido interesante para los asociados de PMI Madrid, carecían la mayoría de esa frescura y dinamismo que poseía la exposición de Joaquín. De siempre, a excepción de alguna charla de Bucero, he visto a la gran mayoría de ponentes más encorsetados, más hieráticos.

Así que pensé: Esto de Toastmasters ciertamente hace que la gente se enganche a lo que cuentas… O más bien: Si me uno a Toastmasters algún día podré ser tan buena como Joaquín.

Así que, ni corta ni perezosa, cuando Joaquín nos invitó en enero del 2015 a participar en una sesión como invitados en su club de TM Nova Communications, no dudé en acudir.

Tras el éxito de esta sesión a modo de demo, PMI-Toastmasters comenzó su andadura, de modo que se puede decir que soy de los miembros más antiguos del club.

¿Qué me movió a ocupar casi todos los lunes del mes en preparar charlas y participar en las de los demás?

Mi background como oradora se basa principalmente en mi experiencia como formadora, actividad que, aunque ahora no es la principal, siempre está presente en mi profesión de consultora informática. De modo que no tengo pánico a hablar en público. No sufro del famoso mal Pastora Soler. Mi problema es precisamente que me siento excesivamente cómoda, confiada en mi zona de confort que me impide progresar, ya que expongo siempre sobre temas similares que domino, y, además, nadie me ha hecho nunca una crítica realmente constructiva de mis exposiciones.

Pongo el símil de mi afición por cantar en karaokes, imitando casi siempre a Madonna. Admito que cantar no es lo mío, aunque no lo hago mal del todo y la gente suele aplaudir. Todos excepto mi marido que se pregunta siempre cómo puede gustarme tanto sangrar los oídos ajenos.

Pero esta opinión tampoco aporta una crítica constructiva, sólo es su intención de irse a otro garito donde pueda jugar al billar, en vez de aguantar mi media hora de gorgoritos. El caso es que nadie se acerca y me dice al oído: “Oye cuando cantabas el estribillo te has ido un poco de nota en el “uoh uoh uoh”, o quizás has entrado un segundo más tarde, o se te ha cortado un poco la voz en tal estrofa…”

Tampoco puedo presentarme a un concurso de talentos porque realmente no voy a hacer carrera como cantante. Tampoco quiero ganarme la vida dando charlas magistrales, tan sólo quiero mejorar las charlas que doy y, sobre todo, al igual que con el karaoke, disfrutar con ello y no tomármelo como si estuviese preparándome oposiciones a notarías.

Y en TM encontré justo lo que buscaba. No sólo si a la gente le interesaba mucho o poco lo que contaba sino si lo hacía conforme a lo que se precisaba en cada ejercicio propuesto. Los ejercicios eran de lo más variado, de modo que había que estrujarse el ingenio y abrir la mente.

Según iba avanzando en los ejercicios propuestos del manual de principiante, descubrí que se me daba mejor contar anécdotas divertidas frente a otro tipo de ejercicios, así que ni corta ni perezosa me apunté al concurso de oratoria humorística en octubre del 2015 en Sevilla.

Pocas veces he disfrutado tanto haciendo algo, y lo digo de todo corazón. Y pocas veces me he sentido más arropada por gente que además acababa de conocerla allí mismo o muy poco antes del concurso.

El nivel era altísimo:  Cristina y su charla sobre las resacas o Percival y su palo de Selfi, y bueno, me moría de risa con Mauro y su amor incondicional al café.

Marcia hizo una parodia de Facebook que me impresionó por ser un humor de lo más fresco, actual y original. Todos eran buenos, más que buenos, excepcionales. Y ahí fui yo con mi charla sobre mi vida anterior de single y mis peripecias para ligar.

No gané, pero, honestamente, aunque estaba a años luz de los monstruos que ganaron, no me sentí perdedora sino ganadora de un tesoro, que es la experiencia que más me ha llenado en los últimos años.

Ahora mismo estoy haciendo el manual de oratoria humorística. Creo que seguiré por este camino, pero lo cierto que es cualquier reto que propone cualquier manual de ToastMasters te hace salir siempre de la rutina, y aprender a ver la vida de otra manera.

¿Si recomendaría este club o por extensión cualquier club Toastsasters a cualquiera? Por descontado que sí.

Ahora que soy madre y la vida no me da para más, me da un poco de penita no poder acudir a mi cita de los lunes o ir a los concursos, hago lo puedo y procuro no desconectarme del todo, haciendo huecos imposibles en mi caótica agenda, aunque confieso que miro las fotos que cuelgan con envidia de los concursos y algunas sesiones y sigo por WhatsApp todos los eventos.

Algún día no muy lejano iré con mi hija a alguno de estos concursos y sesiones especiales, porque tengo claro que querré que ella también participe de esta gran experiencia que es pertenecer a Toastmasters.